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Guía para la iluminación de cuadros

Cuadros originales pintados a mano.

Los cuadros son uno de los elementos decorativos más habituales en nuestras casas. Además de una función estética, las pinturas, láminas o litografías, entre otros tipos, pueden ser recuerdos de familia y despertar muchas emociones en sus dueños. Son pequeñas obras de arte en sí, a las que dirigimos la mirada en cuanto entramos a un nuevo espacio. Sin embargo, una iluminación adecuada puede potenciar el efecto que la pieza en nosotros mismos y en nuestro ambiente.

Si tu cuadro dispone de una fuente de luz natural seguro que entiendes el efecto que causa en el espacio: amplifica la belleza de la pintura y el espacio queda más lleno. Si, por el contrario, no tienes mucha luz natural y necesitas poner artificial, no te preocupes. Existen muchas opciones y hoy te las vamos a explicar, junto a todo lo que necesitas saber sobre la iluminación de cuadros.

Es necesario tener en cuenta algunos factores, ya que no se puede colocar una luz muy fuerte de forma directa sobre el cuadro, entre otras cosas. Acompáñanos a descubrir nuestra guía y algunos consejos para que tus cuadros brillen más que nunca.

La ubicación

Antes de instalar ninguna lámpara, ten en cuenta la ubicación del cuadro. Lo primero que tienes que hacer es decidir dónde lo vas a colocar de forma casi permanente. Si te has fijado, en los museos cada cuadro tiene una iluminación específica, que depende del tamaño, de la textura, del reflejo y, en conclusión, de la ubicación del mismo. Si quieres añadir luz a tu pieza, ten en cuenta:

  • Que no se generen sombras. Si no lo puedes evitar por completo, al menos que no afecten a la parte principal de la obra. Así se verá mucho mejor y no se deteriorará en exceso la parte a la que le da más luz. Obviamente lo ideal sería que ninguna parte se viese afectada, pero si eso no es posible, al menos que de lo malo el resultado sea el menos malo. Si pones un punto de luz en la parte de abajo es posible que se creen sombras también, aunque con un efecto más dramático. ¡La decisión es tuya! Prueba y experimenta hasta que la luz esté al servicio de la pintura y de tus objetivos.
  • Que no haya reflejo. Este efecto puede ocurrir tanto por culpa del cristal (si hemos puesto uno encima de la pintura) como por la luz que va directa a la obra. Puedes evitarlo si colocar la inclinación de la luz y el ancho de su haz correctamente. Tienes que ir probando hasta que no se cree ningún reflejo. Si ves que moviéndolo no consigues nada, quizá el problema esté en la intensidad de la luz; intenta bajarla y observa el efecto. Este tipo de acciones se basan en prueba y error. ¡Seguro que al final das con la solución!

Hemos comentado que, si tu cuadro tiene una fuente de luz natural, no tendrás ningún problema de luz, pero sí de cuidados. La luz del sol produce rayos UV e infrarrojos que pueden dañar tu obra si la expones a ellos muchas horas al día de forma directa. Por ello, lo mejor y lo que solemos recomendar desde Home Original es que no coloques cuadros cerca de las ventanas. Lo protegerás y además seguro que lo ves mucho más si no está casi todo el día bajo una luz muy fuerte.

Usa filtros

No es algo de lo que se hable mucho en el mundo de las pinturas, pero utilizar filtros para proteger nuestras obras de arte puede marcar la diferencia entre que sobreviva al tiempo o se vaya desgastando. Hay que tener en cuenta, como hemos dicho antes, que si un cuadro se expone a luz natural durante mucho tiempo, va pereciendo luz y color, como cualquier otro elemento pintado. La apariencia del mismo, por supuesto, cambiará y no tendrá tanta vida como al principio.

Un filtro puede ahorraros esta horrible consecuencia: este se coloca en la propia fuente de luz para, justamente, filtrar y diseminar más la luz. Así no ataca tan violentamente a nuestra obra, protegiéndola un poco más. También puedes cubrir el propio cuadro con un cristal especial, que sí se coloca sobre el lienzo en sí. La iluminación de cuadros no significa solamente encontrar la mejor forma de resaltar el cuadro, sino de protegerlo y cuidarlo para que pueda lucirse por sí mismo.

Tipos de lámparas

Si has decidido que quieres utilizar luz artificial para iluminar la obra o darle una atmósfera concreta, necesitarás una lámpara específica. Las que más se utilizan en la iluminación de cuadros son las halógenas o las LED. También están los apliques, muy prácticos si necesitas que la lámpara encaje mucho más con la decoración o pase un poco más desapercibida para darle todo el protagonismo al cuadro. Esta última opción es mucho más ‘invisible’ y únicamente iluminará la obra en sí.

Si no quieres colocar nada específicamente para iluminar el cuadro, puedes llevar la atención de cualquier persona hacia el mismo utilizando los siguientes trucos:

Luces direccionales

Con ellas podrás destacar las texturas del cuadro diseccionando tú mismo las luces hacia ciertas zonas de la pintura que quieres resaltar. Intenta, como siempre, que no se creen sombras o deslumbramientos en la superficie del mismo. El punto positivo de este tipo de iluminación es que no hay nada ‘fijo’: puedes ir probando cuál es la mejor manera de destacar la obra y qué ambiente quieres crear. Para nosotros, este tipo de ilimitación es perfecta si tu obra tiene capas de barniz o vidrios encima, ya que, si no tiene nada que lo pueda proteger, quizá esta luz sea muy agresiva porque estará muy cerca del cuadro.

Luz ascendente

Consiste en colocar un punto o foco de luz bajo el cuadro y dirigida hacia el mismo. Sin embargo, la luz tiene que ir hacia arriba. Necesitarás  un carril o unos apliques en la parte de abajo del marco o de la propia obra enganchados en la pared. Si puedes, cómpralos dirigibles para poder moverlos y ajustarlos al tamaño y las características del espacio que tengas y del cuadro en sí.

Fluorescentes

Son perfectos si tienes un grupo de cuadros a iluminar, ya que con una sola instalación puedes alumbrarlos todos a la vez. Ahorras en dinero y en agujeros innecesarios en la pared, pero tienes que tener cuidado con el calor que generen, ya que pueden dañar la pintura.

Apliques LED

Si los fluorescentes pueden ser un poco peligrosos por el calor que generan, los LED son todo lo opuesto: si utilizas bombillas LED puedes olvidarte de ese problema. Además, ayudarás a que el cuadro sobreviva mejor al paso del tiempo. No quiere decir, por supuesto, que los LED no se calienten; lo hacen, pero a una temperatura mucho más baja. Además de este gran ventaja, estas bombillas consumen muchísimo menos que otras convencionales (entre ellas, los fluorescentes).

Otras de las maravillas que nos ofrecen las luces LED es que puedes iluminar con varias tonalidades y colores, por lo que puedes conseguir efectos únicos y personalizados para cada cuadro.

Focos de empotrar

Si no te apetece hacer agujeros en la pared de los cuadros, siempre tienes la opción de poner focos de empotrar en el techo. Escógelos direccionales para poder jugar con ellos y hacer que iluminen la parte de la pared en la que está el cuadro. Lo mejor es que sean de bombillas LED y con un ángulo cerrado (30º – 38º).

El mejor consejo antes de elegir una iluminación para cuadros es entender el espacio en el que se encuentra el cuadro: ¿tiene ya mucha luz? ¿Necesitas iluminar una parte concreta? Ten en cuenta el tamaño de la obra a la hora de elegir un aplique o bombilla y la distancia a la que lo tienes que colocar para que no lo queme o haga que pierda el color.

Consejos para la iluminación de cuadros

Si quieres apreciar mejor los colores y las formas de tu o tus cuadros, iluminarlo puede ser la solución que estás buscando. Prueba, si tienes una linterna, a reducir un poco la luz ambiental y a enfocarlo desde diferentes perspectivas y ver cuál es el efecto que quieres que transmite. Si, por ejemplo, quieres que el cuadro destaque por encima del resto de elementos decorativos del espacio, tendrás que poner una luz muy focalizada y dirigida. Ten en cuenta la relación del nivel de luz natural que tenga la habitación y el punto de fuga que quieres crear hacia la pintura.

Por otra parte, una luz direccional te ayudará a modelar el cuadro y destacar las partes que de por sí son más llamativas de él. Si tu problema son las sombras que se crean, haz que la luz no se refleje sobre su superficie (sobre todo, como hemos comentado, si hay barniz o vidrio de por medio).

Hay que tener en mente que una fuente de luz también puede iluminar en varias direcciones, característica que podemos aprovechar para crear un foco ascendente y/o descendente o hacer que emita una luz completamente directa o más reflejada. Si te interesa esta opción, te recomendamos que instales las luces sobre un carril sujeto al techo o a la pared.

La distancia que separe la lámpara o cualquier otro punto de luz del cuadro mismo dependerá de su tamaño. Lo único que siempre tienes que vigilar es que el foco de luz no sea demasiado pequeños comparado con la obra que necesites iluminar, ya que puede generar un efecto de luz insuficiente y muy poco favorecedor. Si tienes algún cuadro muy grande, lo mejor es colocar distintos apliques, todos cercanos entre ellos. Así la iluminación estará repartida de la forma más equitativa posible por toda la superficie. Si quieres resaltar alguna zona, un aplique regulable es tu solución perfecta.

Si decides colocar la iluminación en la parte superior del cuadro, asegúrate de que la lámpara esté orientada a 30º sobre la obra. Si lo tienes enmarcado en vidrio, modifica la inclinación hasta 45º para evitar que la luz se refleje sobre la superficie.

La iluminación de cuadros es fácil de instalar y puede cambiar por completo la perspectiva de nuestra obra y de la estancia en sí, dándole otro ambiente y fuerza. Si tienes varios cuadros repartidos en un mismo espacio, no tienes porqué iluminarlos todos, sino aquellos que más te gusten o que creas que pueden aportar una belleza especial a la zona en la que están colgados.

Si tienes alguna duda sobre dónde colocarlos en tu espacio, cómo iluminarlos o, simplemente, estás pensando en darle un cambio de aires a un espacio adquiriendo una obra original, en Home Original disponemos de nuestro propio equipo de pintores, que aportan un toque único y personal a cada uno de los cuadros que realizamos. Todos nuestros trabajos están pintados a mano y cuidando hasta el último detalle.

Puedes ver todos los cuadros de los que disponemos en nuestro catálogo, pero si tienes algo más específico en mente o simplemente necesitas asesoramiento, puedes ponerte en contacto con nosotros o hacernos una visita en nuestro taller de Barcelona. ¡Te esperamos!

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